Volver a la nueva normalidad, ésta es la frase que no hemos dejado de escuchar desde hace varios días. La pregunta que muchos nos hacemos es si algo que es habitual o normal puede ser nuevo. Lo nuevo se atribuye a algo que acaba de aparecer, nacer o formarse, que se ve o escucha por vez primera. Por otro lado, lo normal es algo que se ajusta a circunstancias corrientes. La retórica o el uso de metáforas es habitual en la forma de comunicar de los seres humanos, no cabe duda de que estamos constantemente reinventándonos. Más allá de cómo lo queramos llamar existe algo que nos preocupa, es el desconcierto con el que vamos a afrontar esta etapa. Quizás por exceso de información o en su defecto por desinformación. Veamos a que nos referimos cuando hablamos de desconcierto:
- Desconcierto: Estado de confusión o desorientación en el que queda una persona a causa de algo inesperado o sorprendente.
Estaríamos refiriéndonos al estado de aturdimiento que experimenta una persona cuando no logra comprender algo o cuando no sabe cómo actuar. Este estado puede ser habitual en cualquier momento de nuestra vida, por ejemplo, imaginemos que vamos por la calle y nos encontramos con un conocido, nuestra reacción es acercarnos a saludarle y preguntarle que tal está o como le van las cosas. Ahora bien, en vez de recibir una cálida acogida este conocido nos trata con frialdad, es más nos responde fríamente. Esta situación nos dejaría confusos ya que no entenderíamos su reacción y más sin que haya habido un enfrentamiento previo. Es decir, este hecho inesperado nos ha sorprendido y no conocer las causas de su conducta nos hace sentir cierto desconcierto o malestar. Por lo tanto, si esto ocurre de forma regular en la vida cotidiana, sumemos a esto circunstancias estresantes como enfrentarnos a un panorama aún desconocido.
Tenemos miedos, ansiedad y, sufrimos dolor por las pérdidas personales, emocionales y económicas en las que nos hemos visto envueltos y, por si fuera poco, mientras nos tenemos que ir reponiendo de esto, a marchas forzadas, hemos de hacer frente a esta nueva normalidad. No es de extrañar pues, que nos hagamos la pregunta ¿Y ahora qué hago? Nadie está libre de sufrir desconcierto, pero es importante saber donde está nuestro locus de control. Recordemos que es el locus de control:
- Locus de control interno: El sujeto percibe que los eventos ocurren principalmente como efecto de sus propias acciones, percibiendo que el controla su vida.
- Locus de control externo: Los resultados tendrán que ver con el azar, la suerte, el destino o las decisiones de otros.
Esto quiere decir que si bien hay acontecimientos que quedan fuera de nuestro control, como es el caso de un desastre natural, una pérdida o una pandemia, no todo está perdido. Hay ciertas responsabilidades o consecuencias que no son cosas del azar o cuestión de suerte y, un claro ejemplo de esto será como cada uno gestione la desescalada del confinamiento. Para no dar lugar a la desesperación, para saber en qué dirección movernos y cómo actuar, un factor importante va a ser la gestión que hagamos de nuestros pensamientos. Para abordar esta gestión tengamos en cuenta estos pasos:
- Acepta que podemos ser vulnerables
- No culpabilizarse por ello
- Identifica esos pensamientos negativos
- Razona su estructura o lógica
- Planifica tus objetivos
No debemos olvidar la función que cumplen todas y cada una de nuestras emociones, para ello es importante conocerlas y saber que síntomas podemos experimentar en cada circunstancia, para gestionarlas eficazmente. Las emociones no son impulsos o instintos irracionales, pertenecen a las funciones del pensamiento, como pueden ser la atención la percepción y aún la propia inteligencia. Recordemos que el proceso emocional explica que nos pasa, al reaccionar ante cualquier estímulo. Además hay que tener en cuenta que las emociones tienen efecto sobre el resto de actividades psicológicas por lo que una estrategia como la negación (no aceptas lo que sientes, lo distorsionas o lo evitas), lo único que haría sería entorpecer la búsqueda de una respuesta más adecuada.
Afortunadamente contamos con dispositivos internos que nos van a ayudar a gestionar estos pensamientos negativos. Como estamos diciendo, no estamos desprovistos de herramientas y contamos con un cuarteto de hormonas que propician el buen estado de ánimo: Dopamina; Serotonina; Oxitocina; Serotonina. Estas hormonas juegan un importante papel, por lo cual, para poder afrontar con más optimismo esta nueva realidad, con unos hábitos sencillos podremos mejorar nuestro estado de ánimo:
- Dormir y procurar un buen descanso
- Escuchar música
- Realizar ejercicio
- Pasear por la naturaleza
- Disfrutar de las pequeñas cosas
- Relajarnos
- Mostrar gratitud
- Ser afectivos
- Ser generosos
- Buscar el lado positivo de las cosas
- Fortalecer las amistades
- Reír y sonreír
- Bailar
- Cantar
- Otros
Seguro que si pensamos y realizamos estas cosas nos daremos cuenta de que aún quedan mucho por agradecer, mucho por hacer, mucho por dar y recibir y sobre todo, mucho por lo que continuar.