FUNCIONES DE LA EMOCIÓN Y LA MOTIVACIÓN

Resistiré, es la popular canción del Dúo Dinámico que la sociedad española ha convertido en el himno de esta guerra ante el covid-19,  una letra que habla de pérdidas, también de ilusión, de miedos y soledad, de callejones sin salida, de hacerse fuerte y, volver a reponerse de los golpes de la vida, de ser capaces de volver a empezar. No todos vamos a salir de esta situación en las mismas circunstancias, o con las mismas lecciones aprendidas, pero tocará encarar los nuevos retos con esperanza, porque aún se conserva la vida.

No estamos desprovistos de herramientas para encarar el futuro, tenemos a nuestra disposición, entre otras muchas cosas, dos importantes proceso a nuestro alcance, con unas inminentes funciones adaptativas y que nos permiten afrontar adversidades, estamos refiriéndonos a la emoción y la motivación. Y es que entre las funciones cognitivas (procesos  que tienen que ver con el pensamiento, como pueden ser la atención, la percepción, el aprendizaje, la memoria, etc.) se encuentra el afecto (sentimientos) y la conación (deseo), es decir, la emoción y la motivación respectivamente.

¿Qué son las emociones y cómo pueden ayudarnos? La emoción es  un sistema funcional que nos permite la adaptación a las exigencias del medio, ya sean estas externas o internas. El proceso emocional explica que nos pasa, al reaccionar ante cualquier estímulo. Además hay que tener en cuenta que las emociones tienen efecto sobre el resto de actividades psicológicas. Las emociones conllevan un sistema multinivel de procesamiento de información y garantizan la adaptación porque juegan un papel crítico en la  comunicación social y facilitan las conductas sociales y afectivas tan necesarias para sobrellevar y sobreponerse de las adversidades.

Desde la Teoría clásica de las emociones (Lewis, 2000) se las dota de un carácter innato y universal, sin embargo, los actuales planteamientos avalados por la neurociencia, plantean una visión bien distinta, postulando la construcción de las emociones [1]. Desde esta teoría se da un papel importante al aprendizaje y las experiencias vividas en la formación y emisión de nuestras respuestas emocionales. Esto resulta relevante en la medida que podemos modificar nuestros aprendizajes y revaluarlos. Otro factor importante y que no se ha de olvidar, es que,  todas y cada una de nuestras emociones, básicas y complejas, sean estas evaluadas como positivas o negativas, cumple una  función adaptativa.

El hedonismo busca las emociones placenteras y huye de las que no lo son, pero ¿Es razonable este planteamiento? ¿Se ha de evitar a toda costa el sufrimiento? Cuando la vida nos coloca ante determinadas circunstancias, no debemos  olvidar la función reguladora de las emociones:

  • Facilitan las relaciones interpersonales
  • Controlan la conducta
  • Permiten comunicar estados afectivos
  • Promueven conductas prosociales

Si bien es cierto, que la alegría, como vivencia placentera optimiza el rendimiento cognitivo y mejora  las tendencias afiliativas, reporta importantes beneficios cognitivos, como por ejemplo la memoria, otorga mayor flexibilidad mental, la génesis de soluciones creativas e innovadoras a los problemas, se está más dispuestos a explorar y experimentar nuevas situaciones, así como a  planificar y adoptar decisiones de forma más rápida, e influye en la conducta social haciéndonos más generosos y propensos a prestar ayuda, como a asumir responsabilidades, no es menos cierto que, un estado emocional alterado, desprovisto de las características  funcionales, puede dar lugar a la hipocondría. La alegría es vivida como un sentimiento positivo al experimentar una atenuación del estado de malestar y, aunque la tristeza es un sentimiento de decaimiento del ánimo y ralentiza la conducta, ésta, a su vez, economiza recursos personales cuando es necesario, nos protege a la hora de procesar estímulos demasiado desagradables, potencia la introspección, impulsa a la búsqueda de análisis constructivos, busca el apoyo social y, tiene una vertiente reparadora. Como estamos diciendo, todas las emociones cumplen una función, por lo que no conviene reprimirlas, sino canalizarlas.

En cuanto a la motivación, la conducta no aparece de forma espontánea o de la nada, por lo tanto, ¿Qué es lo que favorece su aparición? ¿Qué objetivos son los que pretende al iniciar la acción? La motivación no puede observarse, pero sí la conducta motivada. Esas motivaciones pueden ser externas o internas, físicas o mentales, observables o inobservables. En cualquier caso, la motivación explica por qué se lleva a cabo una determinada conducta. A su vez las necesidades surgen de diferentes factores, es decir de distintas necesidades:

  • Biológicas (hambre, sueño, sed, etc.)
  • De personalidad (afiliación, autorrealización, logros, etc.)
  • Cognitivas (implican el modo en que percibimos o interpretamos)
  • Emocionales (agrado-desagrado, tensión-relajación, excitación-calma)
  • Conductuales (incentivos y recompensas)

Un factor importante a la hora de evaluar nuestros logros, es que, los sujetos solemos atribuir el resultado de nuestros actos, bien a nuestras competencias, (locus de control interno) o a las condiciones externas (locus de control externo) y, es ahí, cuando la frustración podría aparecer, ante la imposibilidad de acceder al objeto de la conducta motivada (la meta deseada). Es importante conocer qué tipo de control estamos llevando a cabo. El sujeto con locus de control interno valorará el esfuerzo, la habilidad y responsabilidad personal. Sin embargo, los sujetos de locus de control externo atribuirán los méritos y responsabilidades a otros. Explicaremos esto más detenidamente:

  • Locus de control interno: El sujeto percibe que los eventos ocurren principalmente como efecto de sus propias acciones, percibiendo que el controla su vida.
  • Locus de control externo: Los resultados tendrán que ver con el azar, la suerte, el destino o las decisiones de otros.

Para lograr reponernos en el menor tiempo posible, aceptemos sin demasiados reproches por nuestra parte, la idea de haber tenido miedo, habernos sentido ansioso ante el porvenir que se presentaba incierto, inclusive lloremos la pérdida, procesemos el duelo, como un estado, algo puntual en el camino, no postergándolo demasiado en el tiempo y dando éste lugar a un rasgo, entendemos que emoción y motivación son procesos que  interactúan, son dinámicos y promueven la conducta. No perdamos de vista y  olvidemos que las funciones de estos dos procesos nos preparan para adaptarnos y responder a las exigencias del medio. La emoción pone el énfasis en los aspectos evaluativos y la motivación en cómo se actuará ante la meta de su interés. Pongámonos metas y objetivos asumibles y alcanzables a corto plazo, para ir incrementándolas paulatinamente  y revaluemos nuestras emociones y motivaciones, asumiendo el control de nuestras propias acciones.

[1] Flemand, Barret. L. (2018) La vida secreta del cerebro. Barcelona Paidos.

 

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